PorMar Calvo

12 Jun, 2018 - 11:00

Alergia a la leche: causas, síntomas y tratamiento

PorMar Calvo

12 Jun, 2018 - 11:00

Una de las alergias más comunes en los niños pequeños es la alergia a la leche. Se calcula que entre el 2% y el 8% de los bebés la padecen, aunque no siempre se detecta rápidamente. El problema es que algunos síntomas, como el dolor de estómago, son similares a los de la intolerancia a la lactosa.

Una de las alergias más comunes en los niños pequeños es la alergia a la leche. Se calcula que entre el 2% y el 8% de los bebés la padecen, aunque no siempre se detecta rápidamente. El problema es que algunos síntomas, como el dolor de estómago, son similares a los de la intolerancia a la lactosa.

En este artículo aprenderás a identificar los síntomas de la alergia a la leche. Pero antes de comenzar queremos dejar claro que alergia a la leche e intolerancia a la lactosa no son lo mismo. La diferencia fundamental está en la causa.

Las alergias a los alimentos son un problema de salud en el que participa el sistema inmunitario. La causa es la presencia en nuestro organismo de anticuerpos contra alguna sustancia presente en los alimentos.

Algunas personas que padecen alergias alimentarias pueden enfermar de gravedad si ingieren o incluso si entran en contacto con el alimento al que son alérgicas. En el caso de la alergia a la leche, quienes la sufren lo que tienen es alergia a una o varias de las proteínas de este alimento.

La más común es la alergia a la leche de vaca (APLV), pero también se dan casos de alergia a las proteínas de leches de oveja, cabra, búfalo u otros mamíferos.

En la intolerancia alimentaria no está involucrado el sistema inmunitario, sino el digestivo. La causa principal de la intolerancia alimentaria es la presencia insuficiente de ciertas enzimas que impiden metabolizar de una forma correcta determinadas sustancias que contienen algunos alimentos. Como ocurre con la intolerancia a la lactosa (producida por un déficit del enzima lactasa).

Síntomas de la alergia a la leche

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Cuando una persona que es alérgica a las proteínas de la leche las ingiere, automáticamente su cuerpo, su sistema inmunitario, reacciona para luchar contra el invasor. En esa lucha el organismo libera ciertas sustancias (la histamina, por ejemplo) que provocan que los alérgicos presenten una serie de síntomas:

  • Dificultades para respirar.
  • Dolor de barriga o de pecho.
  • Ronquera.
  • Presencia de “pitos” al respirar.
  • Tos.
  • Garganta cerrada.
  • Diarrea.
  • Ojos rojos, hinchados y/o llorosos.
  • Urticaria, ronchas rojas o granos.
  • Bajón de la presión arterial.
  • Hinchazón de la mucosa de la boca.
  • Cólicos, sobre todo en el caso de los bebés.
  • En los bebés, cambio inusual del color y consistencia de las heces (con moco, con hebras de sangre o con un olor muy fuerte). También pueden ser síntomas de alarma el hecho de que estén irascibles casi todo el día, tengan periodos de sueño muy cortos, muestren síntomas de estar incómodos, vomiten a propulsión o regurgiten constantemente.

Generalmente, quienes padecen alergia a la leche notan los primeros síntomas a los pocos minutos de ingerir este alimento. En los casos más graves, pueden sufrir anafilaxia, es decir, dificultades para respirar unidas a mareos e incluso pérdida de la conciencia. En esos casos es necesaria la intervención médica inmediata.

Tratamiento de la alergia a la leche

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Por eso, si sospechas que tú o tus hijos podéis ser alérgicos a la leche, debes acudir al médico. Lo más seguro es que te derive al alergólogo y este te practicará las pruebas que considere oportunas. Pueden ser cutáneas, de sangre (para saber si hay o no anticuerpos IgE) o de provocación (ingerir un lácteo bajo su supervisión).

Como ocurre con cualquier alergia, la única forma de evitarla es no estar en contacto con la sustancia que la provoca. En este caso concreto, tienes que dejar de consumir cualquier alimento que lleve leche o derivados lácteos. Eso implica una labor de lectura de todas las etiquetas alimentarias, incluidas las de los productos veganos.

Al dejar de tomar leche, la ingesta de nutrientes como el calcio disminuirá, pero puedes suplir ese déficit con alimentos enriquecidos, como los cerales, los zumos, la leche de soja o la bebida de arroz.

A la hora de hacer postres, puedes sustituir la mantequilla por una margarina sin lácteos. Y si vas a comer fuera, trata de evitar los fritos y alimentos rebozados, pues el aceite utilizado pudo haberse utilizado para freír algún alimento que llevase leche. También debes acostumbrarte a pedir información sobre los diferentes ingredientes de los platos.

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